lunes, octubre 30, 2006

Sweet Charity, o de cuánto extrañamos a Fosse

No me gustan los finales tristes,
pero sí los melancólicos.

Se parecen más a la verdadera vida.
Bob Fosse

La cartelera teatral de Buenos Aires ha recibido recientemente un nuevo musical: Sweet Charity. Las críticas han sido favorables en forma casi unánime para el espectáculo que protagoniza Florencia Peña.

Cuarenta años atrás, esta obra subía por primera vez
al escenario en Broadway. Con más de 600 representaciones, fue nominada a 12 premios Tony, pero sólo obtuvo el premio a la mejor coreografía, realizada por Bob Fosse.

En 1969, Fosse asumió el desafío de realizar la versión cinematográfica, con Shirley MacLaine y John McMartin (éste había protagonizado la versión teatral) en los papeles protagónicos, y la presencia de importantes estrellas, como Chita Rivera, Sammy Davis Jr. y Ricardo Montalbán .

Bob Fosse dejaba la década del sesenta con 43 años y su talento exhibido frente al mundo. Los setenta lo mostrarían regalando nuevas genialidades (Cabaret, 1972; All That Jazz, 1979) y recibiendo las merecidas distinciones: fue la primera persona en ganar en un mismo año un Oscar (por Cabaret), un Tony (por Pippin) y un Emmy (por Liza with a Z).

Regresemos a Charity. Allí Fosse despliega todo su repertorio de creaciones. Su irreverencia, ironía, acidez, van de la mano de una estética sesentista manejada con enorme solvencia en función del relato de la historia.

También se da el gusto de homenajear a otros musicales: un cuadro que remite directamente a West Side Story (estrenada en Broadway en 1957, con versión fímica de 1961), junto al detalle de lujo de contar con la presencia de Chita Rivera; un número con reminiscencias de The Music Man (Broadway, 1957; Hollywood, 1962), cuando MacLaine representa I'm A Brass Band). No casualmente The Music Man había derrotado en 1957 a West Side Story en la competencia por el Premio Tony al Mejor Musical.

Como si todo eso fuera poco, en The Rich Man's Frug, se despliegan casi 6 minutos del más puro estilo Fosse. Casi un pequeño manual ilustrado: vestuario en blanco y negro, sombreros, chasquidos de dedos, movimientos de pelvis. Un pie hacia adelante en tensión (en tendu, debería decir un verdadero especialista), la espalda volcada hacia atrás, los codos hacia arriba y las muñecas que martillan para que los dedos marquen el ritmo. Al igual que Picasso, su perfecto dominio de la academia le permitía ser una verdadera y revolucionaria vanguardia.

Se podría señalar que Charity es tan emblemática de lo que fue Bob Fosse, que él murió en 1987 de un ataque al corazón en la calle mientras reponía el show en Washington (un año antes había vuelto a subir en Broadway protagonizada por Debbie Allen, la profesora de danza en la serie Fama).

Pero el tiempo pasó, y la vanguardia de Fosse devino en academia. Seguramente, si le dieran la posibilidad de volver a transitar los escenarios, hoy rompería con su propio estilo y volvería a crear, en una disciplina que muchas veces se aferra a los patrones establecidos y elige la recreación antes que la creación. Siempre se tienen a mano nuevos efectos especiales y juegos de luces para que el show bizz pueda facturar. Luz y sonido. La creatividad no es bien de cambio en el mercado.

Tal vez, como diría Antonio Machado, "en el arte, como en la política, los novedosos apedrean a los originales".